MISCELÁNEO XXXIII. LA ILUMINACIÓN
LA ILUMINACIÓN
La fórmula de la Felicidad originada en la escuela de la Psicología Positiva contempla solo una parte mínima de las
verdaderas dolencias (que todos
experimentamos en algún o muchos momento),
de la existencia humana.
Estar vivo es:
tener miedo al cambio, aferrarse al EGO (la idea que tenemos de nosotros mismos
y que queremos mostrar a los otros), temer la llegada de la muerte… ello es
consustancial al vivir, pero tanto si nos
anclamos como si obviamos
cualquiera de estas cuestiones nos apartamos de la pregunta fundamental: ¿Quién Soy?
¿Quién Soy? Habla
de nuestra auténtica identidad, la
cual se aloja en una conciencia
fundamental más allá de la mente, el
intelecto y el EGO.
Lo que somos trasciende el espacio, el tiempo
y las relaciones de causa y efecto. Todos estamos conectados con la
fuente de creación.
Nuestra conciencia
universal es inmortal.
Las tradiciones
védicas y budistas de la India identificaban cinco causas del sufrimiento, y de la infelicidad resultante:
2.-Aferrarnos a la
idea de permanencia (intentando controlar), en un mundo mutable por
naturaleza.
3.-Temer el cambio
(es lo único que no cambia).
4.-Identificarnos con
esa alucinación de origen social llamado EGO.
5.- Temer a la muerte.
Todas estas causas están contenidas en la primera: el desconocimiento de nuestra identidad
auténtica.
La vida entraña, de manera inevitable el sufrimiento, más
bien el dolor, y ello queda recogido
de forma clara en las tradiciones
orientales; en nuestras culturas
occidentales más bien tratamos de evitarlo.
Transitar ese
dolor es lo que nos va a permitir que el sufrimiento desaparezca.
LA ILUMINACIÓN es aprender a transitar el dolor,
lo cual es posible cuando descubrimos quienes somos en realidad.
Muchas personas confunden la Iluminación con la
impasibilidad, un estado de aislamiento que las atemoriza porque suponen que
deben renunciar a las comodidades de la vida cotidiana. Ante la disyuntiva
entre iluminación y placer personal, siempre optan por el segundo.
El conocimiento de
nuestra identidad auténtica no nos aparta ni nos priva de las satisfacciones de
la vida diaria, por el contrario, nos muestra la fuente de todas las satisfacciones.
Conocer nuestro YO AUTÉNTICO necesita al principio un granito de fe pero
una vez que encontramos el camino, los pasos se suceden sin dificultad ni
tensión.
Nuestra existencia
está inmersa en la transformación, en el cambio.
Nosotros, como Observadores, como objetos que Observamos
vamos a desaparecer algún día. Estamos atrapados en la inestabilidad, pero hay un estado
fundamental que subyace, que no va ni viene,
que permanece.
En este mundo de cambio hay algo que no cambia.
Por eso, el secreto
de la felicidad está en nuestras manos.
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