MISCELÁNEO XXV. EL EGO

EL EGO

Por Beatriz Santos Dieguez


El EGO,  tal como normalmente lo concebimos, es un constructo  psicológico relativamente complejo
(Vicente Simón, de su libro Iniciación al MINDFULNESS).


EL EGO


Oímos hablar frecuentemente de él sin apenas reparar en el sentido y el significado de dicho término, lo cual da lugar a confusión, pero sobre todo a interpretaciones erróneas que nublan nuestro sentido de la realidad.

EL ELGO
Cuando en Psicología nos referimos al EGO, realmente lo estamos haciendo para identificar a una instancia psíquica a través de la cual la persona se reconoce como Yo  y,  es consciente de su propia realidad. El Ego, por tanto, desde esta perspectiva  es el punto de referencia de los fenómenos físicos.

Dentro de la metapsicología freudiana,  es en la segunda tópica (o teoría) donde Freud explica la estructura de la personalidad humana, cuando la instancia psicológica  EGO aparece como intermediaria o mediadora entre el ELLO  (compuesto de los deseos e impulsos más primarios) Y EL SUPER-YO (cuyo cometido es que se  trate de respetar la moral y las reglas que imperan en la sociedad).

EGO
Dicho constructo, sin embargo,  lejos de nacer en la Psicología viene de antiguo; ya los griegos utilizaban el término Ególatra para definir a aquellas personas que tienen un amor exagerado a sí mismos, y sin necesidad de remontarnos a sociedades  antiguas ¿Quién hoy no ha oído hablar de esas personas que solo piensan en ellas sin tener en cuenta a los demás para conseguir sus fines,  a las que denominamos o nombramos como egoísta?

Desde una visión externa,  el EGO es unívoco. Se basa en el cuerpo, que es lo más real de todo el constructo, y a través del cual este se manifiesta.
Si tomamos el  cuerpo cómo núcleo de referencia también hemos de hacerlo  con todo lo que en él se van acumulando:

EL EGO
- Creencias (tanto externa como interna), sobre la realidad.
-Recuerdos de lo acontecido (almacenados en la memoria autobiográfica) y,
-Fantasías, deseos y temores acerca del futuro.
Todo ello se articula dando lugar a una imagen a la que se atribuye la capacidad de actuar (de ser agente).
A esa imagen la llamamos EGO, SELF o YO.

Sin embargo, esta imagen es variable y voluble a pesar de contener el fundamento de lo que creemos ser.
En nuestro entorno histórico y social actual, casi todos funcionamos como si el EGO fuera una realidad cierta y tangible puesto que es la herramienta que tenemos para enfrentarnos al mundo que nos rodea.
Prescindir de sus funciones no es fácil por lo que desmontarlo resulta difícil.
Darnos cuenta de que es una construcción engañosa y escasamente fiable es una tarea ardua,  debido a que se confunde y mezcla con conceptos o términos  cuya apariencia, en su estructura exterior, es semejante, pero cuyo contenido interior difiere en su esencia.
El amor a sí mismo, es la Instancia con la que comúnmente confundimos al EGO y a todos aquellos términos, constructo o palabras que tienen una relación con él. Siendo todo lo contrario a lo que uno y otros implican, ya que:

El amor a uno mismo predispone positivamente hacia el amor a los demás


El Ego



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