MISCELÁNEO XCVII. AUTOTRASCENDENCIA
AUTOTRASCENDENCIA
Por Beatriz Santos Dieguez
Hay conceptos que por si solos ameritan un tratamiento
aparte, por su importancia en lo que al ser humano se
refiere, aunque van insertos en alguno de los escritos ya publicados.
La Autotrascendencia es uno de estos conceptos, ya que es inherente a
ella la expansión de la conciencia más
allá del Yo, hacia algo más elevado, más complejo (que no complicado), más
infinito, que suele ser de naturaleza divina o espiritual.
Tu puedes ser un ser
tremendamente espiritual y por ello no ser creyente ni practicante de ninguna
religión.
Según Viktor Frank (quien ha venido llenando una parte de estos escritos) la Autotrascendencia está enraizada en nuestra espiritualidad, siendo la espiritualidad parte de la humanidad.
Uno/a se convierte en una
persona total y completa cuando es capaz de autotrascender, de comprender cuál
es su lugar en el orden superior de las cosas.
Lo que a su vez significa trascender al Yo individual, el ir más allá de la
propia identidad para comprender que somos una pequeña parte de un todo mayor,
actuando en consecuencia.
La Autotrascendencia es la que nos permite ser cívicos aunque no
veamos unas leyes que lo expresen taxativamente.
Envuelve la compasión que nos permite comprender que todos estamos en el mismo proceso: nacemos y morimos como transformación irremediable que conlleva todo ser vivo.
Nuestra memoria, nuestro estar en el mundo cuando ya nos hayamos ido, es posible mediante la toma de conciencia de que formamos parte de este todo.
Existe una memoria universal transgeneracional de la que somos parte, asi como lo son nuestros ancestro y lo seran nuestros descendientes.
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