MISCELÁNEO CL. EL HOMBRE EN BUSCA DE SENTIDO. VIKTOR FRANKL
EL HOMBRE EN BUSCA DE SENTIDO. VIKTOR FRANKL
Por Beatriz Santos Dieguez
Aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla (Frase que se atribuye a Napoleón Bonaparte, al filósofo español Jorge Agustín Nicolás Ruiz Santayana y a otros . Frase escrita también en polaco y en ingles en las afueras del campo de concentración nazi de Auschwitz-Polonia)
Analizando
esta frase tan manida, pero no por ello carente de actualidad, podemos concluir
que la única solución posible para cambiar esta realidad tan fea que estamos viviendo, es
tener ciudadanos informados y críticos,
capaces de reflexionar sobre las
situaciones que nos asolan[1]
y que nos han llevado al punto en que estamos.
Que
el panorama mundial en cuanto a su estrategia geopolítica y economía está
cambiando de polo y rumbo, es algo tan patenten que ya nuestros gobernantes ni
se esfuerzan en disimular que su única intención es la que muestran, sin más.
Consecuencia que supieron manejar y aprovechar para encontrar un sentido que les trascendiera.
Es
el caso de Viktor Frankl, reconocido
en su momento por el conjunto de su obra, y en un momento de nuestra historia
reciente, durante el confinamiento debido a la COVID-19, por la repercusión que su libro El hombre en busca de sentido,
volvió a traerle a la actualidad.
La
historia de Viktor Frankl (1905-1997) se desarrolla durante el siglo XX . Un siglo, que con todos sus avatares, entre
los que se encuentran dos guerras mundiales,
también nos dejó unas enseñanzas (que hoy sería bueno recordar) a través
de su historia, y de las historias de personas que vivieron en él.
V |
Viktor Frankl |
Fue un neurólogo y psiquiatra austriaco, que nació en una familia judía. Toda su familia fue enviada a campos de concentración nazis, siendo el único superviviente de la misma cuando finaliza la II guerra Mundial. Su biografia, como la de los grandes hombres y mujeres, se sustenta en los contrastes, tanto por la naturalidad con que asume sus éxiTos, como por la fortaleza para superar sus fracasos.
Si
bien su carrera y el desarrollo de su profesión se inicia antes de entrar en
los campos de concentración nazi (Lagers), las experiencias como prisionero le
permiten constatar que el ser humano
tiene capacidad de encontrar significado, un sentido a cualquier circunstancia
de la vida, aún en aquellos momentos
más absurdos y dolorosos. Su propia búsqueda de sentido empezó mucho antes de
que tuviese lugar el Holocausto.
V.
Frankl, nos dice que las personas siempre podemos dar un sentido a nuestras
vidas, independientemente de las circunstancias en que nos encontremos. Esta
búsqueda de significado constituye la principal motivación vital.
Siempre tenemos cierto grado de libertad puesto que podemos decidir, al menos, que actitud adoptamos ante la adversidad. El tratamiento que hace sobre la libertad está relacionado intrínsecamente con la responsabilidad, sin ser esta (la libertad) una moneda de cambio que pueda ondearse como bandera.
Viktor Frankl pudo experimentar situaciones impensadas e insospechadas para ahondar en el conocimiento del hombre, aludiendo al sufrimiento (en todas sus modalidades e intensidades) presente en el laboratorio de seres humanos que era el lager (campo de concentración nazi[2]). Estudió con detalle sus efectos en el psiquismo observando cómo algunos reclusos se abatían o degradaban ante el sufrimiento, mientras otros parecían madurar interiormente.
De
dicha observación dedujo que no es el
sufrimiento en sí mismo el que madura o envilece al hombre, sino que es el hombre el que da sentido al
sufrimiento.
El sentido de la vida es una noción clave en su pensamiento, unida intrínsecamente a la de autotranscendencia.
El sufrimiento,
en cierto modo, deja de ser sufrimiento
cuando encuentra un sentido.
Para
el normal de los humanos el sentido de
la vida es algo abstracto donde
la filosofía y las creencias personales juegan un papel
primordial, al que V. Frankl denomina
metasentido
o sentido trascendental, que constituye la noción axial de su antropología,
pero las funciones del metasentido y
las del sentido de la vida son
distintas.
El
metasentido tiene que ver con la dimensión espiritualidad del hombre.
El
concepto Frankliano de sentido de la vida se sitúa en el
plano del comportamiento, algo cercano
y concreto. Son aquellas acciones
concretas y cotidianas del día a dia, como obligaciones, proyectos,
amistades, ilusiones, nostalgias, etc., las que dan sentido a nuestras vidas. Es más que una cuestión de fe, una cuestión de hecho.
Teniendo
siempre presente la dimensión espiritual del hombre, va más allá, mostrándonos que
en el quehacer diario podemos encontrar
un sentido si somos capaces de trascender
o autotrascender.
Autotrascender implica dirigirse hacia algo o alguien distinto a uno mismo, bien sea para realizar un valor, bien para alcanzar un sentido o bien para encontrar a otro ser humano.
“El
hombre en busca de sentido”, es un manuscrito
convertido en libro, que pasó casi desapercibido durante varios años tras su
publicación con otros títulos diferentes, y que en principio tenía la idea de que
saliese a la luz como anónimo. Finalmente vio la luz con este nombre, figurando
Viktor Frankl como autor del mismo.
En él, Viktor Frankl escribe acerca de sus experiencias en los campos de concentración de Türkhein, Kaufering, Theresienstand y Auschwitz en los que vivió; describiendo la capacidad de grandeza y de miseria que anida en el interior del hombre, convirtiéndose en un canto esplendoroso a la libertad. Hablando de los malos tratos que reciben los prisioneros, pero también acerca de la belleza del espíritu humano.
En
El
hombre en busca de sentido el autor trata de trascender el horror, y
encontrar sentido incluso en las circunstancias más terribles y abominables,
mostrando las brutales condiciones de los prisioneros del Lager, donde
sobresale la importancia psicológica
de lo ordinario, conduciendo al lector hacia el cumplimiento del deber cotidiano, siendo ello la mejor
descripción del significado del sentido
de la vida para él.
No
hay nada en el mundo que sea capaz de consolar a una persona de las fatigas
internas o las dificultades externas, salvo tener conocimiento de un deber
específico en las situaciones concretas en que se encuentra. De un sentido muy
concreto en el aquí y ahora.
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