MISCELÁNEOS XCI. HUMANISMO. PSICOLOGIA HUMANISTA
HUMANISMO. PSICOLOGÍA HUMANISTA
Por Beatriz Santos Dieguez
La historia de la humanidad ha ido encontrando una forma determinada de estar según las
circunstancias que tenía a su alcance.
Cada
época ha estado marcada por esas circunstancias que han ido surgiendo, creando
sociedades.
Las sociedades
creadas por los humanos son producto de un tiempo en el cual aparecen
situaciones que hemos de transitar. Para ello, y una mejor convivencia entre
todos, la reflexión (sin
extremismos) es necesaria para dirigirnos hacia la acción más correcta que cada momento (de la historia) requiere.

La psicología Humanista surge a mediados del siglo XX como una necesidad social de integrar en la disciplina psicológica las necesidades de la época, a través de la propuesta de muchos autores.
Propone
un estudio del ser humano como un ser
consciente, en continuo desarrollo, intencional y cuyos estados subjetivos
son una fuente válida de conocimiento sobre sí mismo.
Entiende que el comportamiento objetivable (lo que se puede medir) está causado por los procesos mentales subjetivos (lo que pasa dentro de nosotros: pensamientos, emociones, sentimientos etc.), lo cual era obviado por la corriente conductista.
Se orienta al estudio sobre la capacidad humana de crear un proyecto de vida consciente.
La
conciencia humana nos permite, mediante la reflexión que hacemos de nuestras
experiencias, intervenir en la toma de decisiones.
Hay
una progresión de los estados subjetivos, en los que la persona se pregunta
constantemente:
-El por qué de lo que ocurre,
-El
significado de lo que está viviendo, y
-Qué
puede hacer para mejorar su situación. Teniendo siempre en cuenta que lo que
está viviendo es algo totalmente privado y fuera del alcance de las miradas
ajenas.
Los fundamentos de la Psicología
humanista se basan en dos movimientos filosóficos: la fenomenología y el
Existencialismo
Tanto
la fenomenología como el existencialismo ponen énfasis en la
consciencia y la capacidad del hombre para decidir en todo momento qué
hacer; movido en última instancia por la intencionalidad (y no solo por la
biología y/o el entorno). Apartándose así del innatismo y del ambientalismo.
Desde
la perspectiva humanista, la
búsqueda existencial es responsabilidad del propio sujeto.
Dentro del movimiento de la psicología humanista sus principales representantes son Abraham Maslow y Carl Roger.
Abraham Maslow introduce
el concepto de Autorrealización mediante
su famosa pirámide. En ella nos
muestra el impulso vital, propio del ser humano, de conocer y satisfacer sus necesidades.
La
pirámide de Maslow (de la que habéis oído hablar en alguna ocasión, desde
diferentes disciplinas) establece una jerarquía
que contempla diferentes niveles de
necesidades, partiendo de las más
básicas (fisiológicas) que se
sitúan en la base de la pirámide, hasta
llegar a la cumbre, que es donde se encuentran las llamadas necesidades de
desarrollo o autorrealización. Hasta
que las necesidades de la base no están cubiertas, no es posible llegar a la
cumbre de la misma.
Los
problemas surgen, según esta teoría piramidal, porque se interrumpe o se
descuida (debido a diversas causas, que son las que hay que investigar) el
proceso de crecimiento.
Abraham Maslow
considera a la experiencia vital de cada persona como única, por lo que es
desaconsejable aplicar el mismo método o usar las mismas herramientas para
todos por igual.
Con él y su forma de trabajar, el concepto de subjetividad cobra un significado propio, vinculado a la perspectiva humanista en el ámbito del tratamiento psicológico.
En
la terapia centrada en el paciente o
la persona (como más tarde renombró)
intenta propiciar una relación más directa con el paciente, facilitando una relación menos directiva y
más cercana, con la finalidad de
permitir o posibilitar un encuentro del
paciente o cliente consigo mismo.
Para
Carl Roger, el ser humano es un ser capaz de hallar en su interior los recursos
necesarios para poder equilibrar su vida.
La terapia y
el lugar donde se produce el encuentro entre terapeuta y cliente (paciente o
consultante) es el contexto donde se
facilita esta búsqueda. En ella, el paciente o consultante puede acceder a su propio interior y por ende
a la sabiduría que todos tenemos, y que por diferentes motivos, como momentos
de inestabilidad, de estrés o desconexión, ha podido estar dormida.
La sanación
se produce por la confluencia de
factores externos (el terapeuta como facilitador de autoconocimiento) e internos (la capacidad autosanadora
que todos tenemos).
El terapeuta adquiere el rol de técnico y de
acompañante.
Como
técnico, pone a disposición del paciente o cliente una propuesta de trabajo.
Como
acompañante, lo hace desde la cercanía que le permite la terapia, reconociendo
al cliente o paciente como una persona válida, autosuficiente y digna de amor.
En definitiva,
la Psicología humanista, cree por sobretodo en el ser humano y sus capacidades,
propias en cada uno. Y por tanto, el descubrirlas y ponerlas en práctica seria
el cometido del terapeuta a través de su técnica y acompañamiento, así
como la responsabilidad del paciente ir a su encuentro.
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