LÍNEA PSICODINÁMICA LIII. SÍNDROME DE CARENCIA AFECTIVA. SU SUPERACIÓN
SÍNDROME DE CARENCIA AFECTIVA.
SU SUPERACIÓN.
Por Beatriz Santos Dieguez
Un síndrome es un conjunto de rasgos o síntomas.
El
Síndrome de carencia afectiva es el
conjunto de rasgos que manifiesta una persona que ha tenido una ausencia continuada de afecto, principalmente en sus primeros años de vida.
Algunos de
los síntomas que generalmente presentan las personas con carencias afectivas
son: desconfianza, deficiente habilidad social, ansiedad, etc.
Aunque
su expresión (manifestación) va a depender y variará de acuerdo con el grado de madurez de la persona y el entorno en que dicha persona se desenvuelve, se
manifiesta de manera diferente a cada edad.
Según
la edad, la persona va a presentar unos síntomas característicos.
En
la Primera infancia. Suelen ser
recelosos en las relaciones con sus compañeros de guardería y, con frecuencia,
tiene trastornos del lenguaje.
En
la Edad escolar, suelen mostrar baja autoestima, debida a sentimientos de desvalorización; trastornos de aprendizaje; fracaso
escolar por la dificultad, muchas veces, para centrarse y concentrarse. El
niño suele dudar de si mismo, refiriéndose a él en términos negativos, teniendo
sensación de que molesta a otros.
En
la Preadolescencia, suelen aparecer
trastornos de comportamiento, retraimiento, hostilidad y problemas en las
relaciones sociales.
La adolescencia suele caracterizarse por conductas
impulsivas, incumplimiento de normas, baja autoestima, ansiedad y consumo de
sustancias. Suelen mostrar una gran confusión en sus metas y objetivos
junto a una sensación de frecuente
fracaso o conformismo (extremos).
Si
consiguen establecer alguna relación de pareja, suele ser inestable.
La
entrada en la edad adulta suele
manifestarse por una incapacidad de adaptación, seguridad, autoestima y
estabilidad en las relaciones personales, que les hacen dependientes
emocionales. Todo ello suele afectar a
sus verdaderas y reales habilidades para desarrollarse en la sociedad,
autolimitándose, muchas veces, laboralmente.
En
muchos casos presentan ansiedad y sintomatología depresiva.
Las
señales más habituales del síndrome de carencia
afectiva en la edad adulta son:
-Sentimientos de desvalorización: La persona no siente que valga lo
suficiente; duda constantemente de sus capacidades y cree que la mayoría de las
circunstancias sobrepasarán sus fuerzas o capacidades.
-Falta
de amor propio. No simpatizan con ellos mismos. Les cuesta encontrar virtudes en ellos y
cuando lo hacen,no tardan en minimizarlas. Se
desprecian.
-Inestabilidad.
Tienden a ser inestables en sus relaciones interpersonales. Alternan apego con
el abandono.
Estamos
hablando de un síndrome cuyos rasgos
pueden presentarse en una persona que no se ha sentido ni se siente querida,
pero que en realidad si lo ha sido. Dicha diferenciación es muy importante a la hora del diagnostico (y poder diferenciarla de otros síndromes o trastornos) para poder
encontrar la mejor salida que la persona necesita y requiere.
Superar
la situación por uno mismo es muy difícil porque se trata de una realidad muy profunda, y sin un
acompañamiento externo la persona puede
terminar boicoteándose los intentos de sanar la herida tan profunda que lleva.
Pero
siempre es posible revertir la situación.
El
paso más difícil es la aceptación y
ponerse en manos de un profesional
experimentado, para llevar a cabo una terapia
psicológica.
Por
parte del paciente o la persona que acuda a este tipo de terapia, se requiere paciencia, constancia y valentía, sabiendo, y habiendo aceptado,
que el proceso que va a comenzar va a ser lento.
Dicha
terapia debe estar encaminada a buscar el origen de la carencia afectiva y tomar conciencia del dolor que
esto le ha provocado. Lo cual requiere de un acompañamiento afectivo, respetuoso y franco (sincero) por parte del terapeuta,
donde la persona pueda manifestar el dolor, coexistiendo con la necesaria y debida contención, que tampoco tuvo en su
momento.
Posteriormente,
se requiere ir desmenuzando , paso a
paso, toda la personalidad de la persona
afectada, de tal modo que permita comprobar como la carencia afectiva y el dolor que ella generó ha modelado las creencias sobre él mismo (sus
emociones y conducta), sobre los demás y
sobre el mundo.
El terapeuta, en la confianza y de forma realista, de que la persona tiene
un gran potencial, va guiándole para que sea el sujeto mismo quien vaya
descubriendo y sacando sus habilidades reales, junto a la introspección que la
persona ha ido llevando a cabo y le ha permitido su toma de conciencia. Todo ello va a ir dotando
a la persona de la motivación precisa para emprender los cambios necesarios.
El
Psicoanálisis o Terapias Psicodinámicas
suelen ser las recomendadas en estos casos, porque llegan a las capas de la psique más antiguas y profundas
de la persona.
Junto
a la terapia psicoanalítica un trabajo de reestructuración cognitiva que permitan al sujeto ir
sustituyendo los pensamientos absurdos y negativos por otros más coherente, irán
ayudando a despertar el verdadero potencial de la persona, desarrollando la
escucha de si mismo y de su propio interior.
La
persona va a ir reafirmándose en el ser que realmente está naciendo y realmente
es.
Junto
a este tipo de terapia, la lectura, y un
trabajo corporal (ya que lo emocional y psicológico queda anclado en el
cuerpo muchas veces) mediante la respiración
consciente y la relajación con diferentes técnicas, entre las que la meditación
forma parte; el deporte y el arte en
su conjunto, que mucha veces es indicado por el profesional, suelen favorecer mucho la superación.
Este tipo de técnicas son herramientas que suelen abrir bloqueos emocionales
anclados.
Cualquier
solución definitiva, requiere un trabajo completo y elaborado, por lo que todo lo expuesto en este pòst, es
un señalamiento meramente informativo, ya que cualquier diagnostico, pero
fundamentalmente pronóstico, requiere de un profesional acreditado.
Comentarios
Publicar un comentario