MINDFULNESS CVII (107) LAS SENSACIONES
LAS SENSACIONES
Por Beatriz Santos Dieguez
La meditación a través del flujo dinámico del aire del organismo (inhalamos oxigeno y exhalamos dióxido de carbono) nos pone en contacto con lo que nos rodea.
En la meditación es importante observar como al estar en contacto con la respiración aparece el fenómeno de la voz en forma de pensamientos automáticos.
Al dejar llegar las sensaciones que van apareciendo en nuestro cuerpo y observarlas vamos registrando también la relación que existe entre la actividad mental y esa atención a la actividad interoceptiva (estímulos y sensaciones que provienen de los órganos internos del cuerpo y que nos dan información acerca de los mismos) de respirar.
Por Beatriz Santos Dieguez
Las sensaciones son como las agujas que penetran en el tejido, marcando el punto de entrada y salida en cada una de las puntadas. Nos informan sobre nuestro desvío o nuestro acierto en la labor que estamos realizando, que queremos realizar.
Darnos cuenta de lo que está sucediendo en nuestro cuerpo es la llave maestra que permite abrir la puerta que nos lleva a experimentar la relación existente entre nosotros y lo que nos rodea, el entorno.
Cuando nos disponemos a meditar, los pensamientos y las ideas (pasadas y futuras) mediante palabras o imágenes, se transforman en ruido difícil de manejar debido al automatismo que existe en nosotros.
El automatismo proviene de toda la actividad mental que hemos tenido a lo largo de nuestra vida. El residuo[1] que queda de la actividad mental en forma de elucubraciones, pensamientos y diálogos internos va alojándose en lo más profundo de nosotros, en nuestro Subconsciente, buscando periódicamente acceso a nuestra conciencia mediante diálogos, imágenes y voces sin sentido.
Solo cuando somos conscientes, es decir, nos damos cuenta de un fenómeno, de un problema, podemos encontrar una solución.
En nuestro día a día, en nuestra sociedad de “las prisas” y la “falta de tiempo” el residuo del pasado es lo que aparece, sin darnos tiempo a registrar la parte servible y utilizable, es decir, el aprendizaje que podíamos sacar de ello.
Cuando meditamos nos vamos dando cuenta de esa actividad mental (ruido) que continuamente nos tiene atrapados y que antes nos pasaba desapercibida, siendo ello posible mediante las sensaciones que se están produciendo en nosotros, en nuestro cuerpo.
Es esta relación entre la actividad mental (ruido) y las sensaciones que se producen en el cuerpo la que nos va a permitir darnos cuenta de ese ruido responsable de determinadas actitudes y acciones.
Para ello hay que dejar llegar y sentir esas sensaciones sin rechazarlas, pero también sin apegarnos a ellas.
Dejando que los fenómenos parezcan dentro del marco profundo de silencio e intimidad con nosotros mismos, y que la meditación facilita, todo fenómeno tiende a extinguirse.
La no atención de la mente a un fenómeno, inevitablemente a la corta o a la larga conduce a su extinción.
Las sensaciones que vamos sintiendo mientras meditamos nos van avisando, y procurando una acción reflexiva procedente, en parte, del silencio que se genera en nuestro interior. Un silencio que no es pasividad, al que se le ha denominado efectividad inactiva porque no necesita de una acción inmediata.
Las Sensaciones que aparecen hay que dejarlas que surjan y vayan silenciándose poco a poco.
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