ADICCIONES IX. OTRAS FORMAS DE ADICCIÓN: TANOREXIA Y DISMORFOFOBIA
TANOREXIA Y DISMORFOFOBIA
Por Beatriz Santos Dieguez
“Desear una imagen perfecta no
significa tener un trastorno psicológico, pero cuando la preocupación por el
cuerpo y la insatisfacción con el mismo no se adecuan a la realidad, ocupan la
mente con intensidad y frecuencia en forma de ideas sobrevaloradas y generan
malestar, interfiriendo negativamente en la vida cotidiana, puede convertirse entonces en un problema clínico”
En posts anteriores se ha hablado de trastornos que posiblemente han planteado el interrogante del por qué han sido tratados en el apartado de las adicciones.
Todos ellos (Ortorexia, Bulimia,
Anorexia y Vigorexia), de alguna manera, comparten “la necesidad de conseguir una
Imagen corporal IDEALIZADA”, para lo cual anteponen estos patrones de belleza (que no corresponden en
absoluto con las proporciones normales) a
otras necesidades personales.
Para conseguir esta imagen
idealizada (a la vez que distorsionada), se realizan conductas anómalas.
Estas conductas anómalas, en la mayoría de las ocasiones, conviven con otras, propias de otros
trastornos, como la toxicomanía, la adicción al ejercicio o el trastorno Obsesivo Compulsivo.
Para cerrar este apartado hablaré
de dos trastornos que por poco conocidos no son menos importantes.
LA TANOREXIA
es la obsesión por estar moreno
y aprovechar cualquier ocasión para ponerse al sol.
Los tanoréxicos ponen toda su
atención en tener la piel siempre morena
a costa de maratonianas sesiones de bronceado, tanto al
aire libre como en cabinas de rayos UVA, ya que pretenden mantener el moreno
durante todo el año, pero aún así, los tanoréxicos nunca se verán suficientemente morenos.
Cuando
se toma el sol, el cerebro produce endorfinas que generan sensación de placer.
Como sucede con cualquier otra droga, es la sensación placentera la que la
hermana con las adicciones.
Una vez más, comprobamos, cómo conductas que en principio son saludables e incluso necesarias para
el organismo, como en este caso ocurre
con “tomar el sol” (necesario para
que exista una buena absorción de la vitamina D), se convierten en patológicas cuando se realizan de forma
descontrolada, acarreando además un riesgo de sufrir otras enfermedades como el
cáncer de piel (melanoma, carcinoma epidermoide y carcinoma vasocelular), y
otros problemas como un envejecimiento
cutáneo, queratosis (una forma de callosidad), etc.
La Tanofobia es la otra cara de la moneda de la Tanorexia, también relacionada con una percepción
distorsionada de la propia imagen. Consiste en una excesiva recomendación sobre la protección solar que conlleva un déficit de vitamina D.
DISMORFOFOBIA O TRASTORNO DISMÓRFICO CORPORAL.
Trastorno que tiene una entidad
propia en los manuales diagnósticos
distinta a las adicciones, pero cuyas consecuencias
terminan siendo, si no se tratan
como es debido (la psicoterapia es el tratamiento más idóneo), una auténtica adicción.
La Dismorfofobia es un cuadro clínico infradiagnosticado,
más común de lo que se cree (lo padece entre el 1% y el 2% de la población),
que según el DSM-IV se puede definir como “una
preocupación excesiva por un defecto corporal inexistente o de escasa entidad”. Esta preocupación es exagerada,
produce malestar e interfiere gravemente en la vida cotidiana del sujeto,
dificultando las relaciones interpersonales.
En
los casos en que existe una anomalía real, esta es muy leve con respecto a la
preocupación que provoca.
El problema de las personas que la padecen no está tanto en la apariencia externa como en la vivencia subjetiva de su cuerpo.
La Vigorexia, a la que también se llama dismorfia muscular, de la que se habló en el post anterior, es una
variante del trastorno dismorfofóbico.
La Dismorfofobia puede ser un trastorno en sí mismo, también puede ser un síntoma presente en distintos cuadro
clínicos, como la esquizofrenia, la anorexia nerviosa, la bulimia, la fobia
social, el trastorno obsesivo compulsivo, la depresión, etc.
A nivel cognitivo pueden aparecer distintas alteraciones:
a) Preocupaciones intensas sobre
la importancia del defecto y sobre la valoración de los demás hacia el mismo.
b) Distorsiones perceptivas de la
imagen corporal o de alguna parte del cuerpo. La persona está convencida de la
existencia del defecto y lo percibe de modo mayor, más pronunciado o más
desviado de lo que es en realidad.
c) Autoverbalizaciones negativas
sobre el cuerpo que pueden llevar a un profundo desprecio de la apariencia
física, y en último término, a un déficit de autoestima.
d) Creencias irracionales, como
que el defecto es una prueba de la
imposibilidad de ser queridos o apreciados, o incluso una muestra de debilidad
o de inadecuación personal.
A nivel conductual es donde puede
considerarse como una verdadera adicción puesto que estas personas
comienzan iniciando tratamientos cosméticos, quirúrgicos, dermatológicos, capilares, etc.,
de forma reiterada y con demandas irracionales.
Estas personas llegan a desarrollar auténticos delirios, que les impiden
entrar en razón cuando los propios cirujanos les advierten de lo innecesario de
las operaciones estéticas. De hecho, tras ser intervenidas quedarán
descontentas con el resultado y repetirán el proceso.
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