MISCELÁNEO XVI.EPIGENÉTICA: COMUNIDADES CELULARES Y HUMANAS
COMUNIDADES CELULARES Y HUMANAS
Hablar de Mundo
Microscópico es referirse a todo aquello que está tanto dentro y bajo
nuestra piel, como todo aquello que está fuera y más allá de ella. Cuando
hablamos de él nos referimos a los
microorganismos, las moléculas, las proteínas, las células…
Es de estas últimas (las células) en las que vamos a
centrarnos puesto que ellas nos muestran una forma de vida comunitaria ejemplar de la que poder comenzar a tomar
nota para poner en práctica en nuestras sociedades.
Nuestro cuerpo (como
vimos en el post anterior de esta misma línea) es la expresión individual de una comunidad: las células, las cuales son unidades individuales de vida.
Un organismo pluricelular no es solo un grupo de células eucariotas egocéntricas
unidas bajo una sola piel; a nivel
funcional, forma una unidad.
Unidad no significa
uniformidad.
Las células,
aunque forman un todo funcional, se
subdividen gracias a límites en las comunidades que nosotros distinguimos como órganos o tejidos.
Cada comunidad posee
una tarea, un talento o una misión que apoya la supervivencia del cuerpo. Una célula hepática no se parece ni física ni
funcionalmente a una célula muscular, que a su vez tampoco se parece nada a una
célula nerviosa.
Cada una de las células que compone el cuerpo humano es un ser sensible, inteligente e independiente
que, en un entorno apropiado sería autosuficiente y podría vivir sin
ayuda.
Una comunidad representa una organización de individuos que comparten intereses, actitudes u
objetivos comunes. Y la palabra
clave es comparten.
Cómo miembro de una
comunidad, una célula posterga sus intereses personales y accede a respaldar al
todo. A cambio, se aumentan sus posibilidades de la supervivencia gracias a un fomento de la eficiencia y la conciencia cooperativa.
Tantos los humanos como
las células para poder sobrevivir tenemos unas necesidades a cubrir como son
oxígeno, agua, nutrientes un medio controlado que los aísle de los elementos
extremos del entorno y protección de otras formas de vida, como los virus,
que nos arrebatan la energía y los recursos.
Paras conseguir estas necesidades hay que trabajar.
Los humanos
trabajamos para proporcionar sustento a nuestras familias.
Las células trabajan juntas para mantener la salud del grupo.
Trabajar implica un consumo de energía.
En las primeras
civilizaciones humanas, en las que las familias vivían y viajaban juntas
como un clan se observa el mismo patrón
inicial de desarrollo que en el de las
colonias eucariotas, grupos
coloniales indiferenciados en los que todos los miembros participaban de
las mismas tareas vitales, sobre todo en la de conseguir alimentos.
A medida que los
clanes se transformaban en tribus mayores, dejó de ser eficiente que todos
los miembros hicieran los mismos trabajos. Así pues, los individuos adoptaron responsabilidades específicas diferentes
dentro de la comunidad: algunos cazaban, otros cosechaban y otros cuidaban
de los jóvenes y mayores.
Cuando el tamaño de las tribus creció aún más, el trabajo se
dividió de nuevo entre la población, lo que dio como resultado una jerarquía de
trabajadores especializados.
POSTS CRONOLÓGICOS
Comentarios
Publicar un comentario