LÍNEA MISCELÁNEA LXXXIII . EL JUEGO DEL CALAMAR. Parte II

 EL JUEGO DEL CALAMAR (VERSIÓN MANCHEGA) Parte II

Por Beatriz Santos Dieguez

El juego del calalmar

Os preguntareis por qué lo de versión manchega.

Sencillo, soy  de un lugar de la Mancha y vivo en una ciudad que pertenece a ella.

 La Mancha es una porción de tierra ubicada (situada) en la región española de Castilla-La mancha (para quienes conozcáis este país desde lejos, es la zona donde están ubicadas las aventuras del Hidalgo Quijote). Como todo lugar, tiene unas características que imprime a sus gentes y estas a su vez las imprimen a la zona. De tal retroalimentación sale una forma de entender los fenómenos de una manera peculiar, muy nuestro, como en cualquier otro lugar del planeta ocurre. Nos marca el lugar donde nacimos, pero fundamental y profundamente el lugar donde vivimos.
El juego del calamar
Juego de las canicas en la Mancha

Solo he pretendido imprimir eso que nos caracteriza a cada uno a la hora de expresarnos o expresar nuestro sentido de las cosas, y dar a conocer mi ubicación personal. El tema a tratar es sobre ¿la miniserie? “El juego del calamar".

Ubiquemos los personajes.

¿Quiénes son los protagonistas de la serie? Personas que han caído en desgracia (aunque posiblemente, la mayoría llevaban la desgracia encima). La vida ha jugado con ellos e irremediablemente les ha colocado en una situación en que es esencial luchar por la misma supervivencia de ellos y de los suyos (una frustración implícita y explícita que desconocen cómo superar). Se les presenta una oportunidad de superar su posición y deciden jugar.

El juego del calamar

Algo parecido ocurre en la ludopatía (cada vez más extendida entre jóvenes y que adquiere puntos ascendentes bruscos en épocas de crisis). Somos seres producto de una evolución, y aunque hoy lo básico en nuestras sociedades modernas está cubierto, nuestro inconsciente colectivo recuerda nuestros inicios como especie.

Los organizadores de los juegos que son los mandados de los que realmente detentan el poder, trabajan con conceptos básicos que saben harán que los jugadores no se subleven contra ellos (en todo caso se sublevaran entre ellos y así el juego es más emocionante) o dejen los juegos. Les hacen creer y crean  una tramposa igualdad, que trasladan al personal encargado de estar al cuidado de los jugadores y a quienes a su vez les proveen de pequeñas prebendas, dejándoles que disfruten traficando con parte del botín que adquieren. De esta manera si les pillan serán los cabezas de turco. Aparece el tema del tráfico de órganos (a pequeña o a la escala que cada uno quiera o decida dar en el total del peso de la serie).

Podría ser cualquier otro concepto que permite mover masas, pero aquí ellos saben que la igualdad de oportunidades embotellada en los mensajes que van transmitiendo les llevará a conseguir el propósito de los juegos. Convirtiéndose estos (los juegos) en un espectáculo al alcance de solo aquellos que pueden permitírselo por su posición de poder.

El juego del calamar

El espectáculo para divertir a los poderosos, tan aburridos y necesitados de sensaciones nuevas.

El espectáculo que los participantes realizan, convirtiéndose momentáneamente en actores principales que les da esa sensación de que son los dueños de la situación, y que en realidad lo único que les proporciona es huir hacia delante. Huir de la frustración, viéndose envueltos, cada vez más, en una espiral sin salida, que finalmente se convierte en un círculo cerrado incapaz de abrir.

 Hay espectáculo porque hay espectadores que buscan sensaciones nuevas, que hacen  sus apuestas hacia aquellos jugadores de sus preferencias, como si fuesen caballos de carrera. Pero también hay espectáculo porque hay participantes, los perdedores.

El espectáculo dentro de la desigualdad humana, moral y social, entre el que le da y el que lo contempla. Volvemos a la antigua Roma.

De eso trata la serie, de la necesidad de ambos polos para que el fenómeno se realice: el uno sin el otro es imposible.

Entremedias van entrando en argumento las vidas de los concursantes, los perdedores (de algunos, las de otros se intuyen o se adivinan), las vicisitudes y los motivos que les llevan donde están. El meollo, la trama es esta.

En realidad los participantes son los poderosos porque son sus vidas las que cuentan.

El juego del clamar.
“Las vidas de las personas Importantes”
, salvo una (que al final se deja ver), la creadora de tamaño circo, están escondidas tras una máscara. El guionista y director solo muestra la tentativa de conducta de una de estas vidas, y deja clara la podredumbre y el vacio que existe detrás. La vileza (de uno de los polos) como característica principal.

La trama, el meollo de la serie lo llevan los participantes o concursantes.

Se va viendo como ante situaciones límites van saliendo, aflorando, características en ellos que ya tenían olvidadas, y como estos se van transformando a lo largo de los juegos, en los que ni la eficacia, ni la inteligencia, ni la fuerza, ni otras características exhibidas con anterioridad tienen peso. Lo que vale para un juego puede ser tremendamente inválido para otro.

El juego del calamar.

El método y la estrategia solo lo detentan los poderosos, imposible de poner en marcha en los participantes, que no pueden organizar nada de antemano. Son los desposeídos.

Y como desposeídos van perdiendo su dignidad, su autenticidad, su esencia. Hasta cierto punto…

Siempre hay alguien que nos sorprende, que ha ido viviendo esa transformación sin darse cuenta y a pesar de los pesares sigue teniendo, manteniendo esa ingenuidad que había perdido, esa grandeza que hay en todo ser humano.

El juego del calamar.
Y así… termina la serie, mi comprensión y versión de la serie. Conmoviéndome en lo más profundo al descubrir que hay generosidad imposible de erradicar en algunas personas, a pesar de haber estado terriblemente oculta con una capa de inadaptación ante una sociedad donde solo se intentan establecer bien definidas las diferencias entre los dominantes y los dominados.

Sentí con cierto estupor la manera en que en realidad todos nos igualamos en algo, todos queremos al final lo mismo, y que eso mismo solo es posible a través de la alegría de poder compartir los ratos en que esta estaba instalada en nuestras vidas. Lo único es que a veces la manera de intentar volver a ella es cruel y a costa de otros.

El apunte final que quiero destacar es  la grandeza humana,  imposible de erradicar incluso cuando las puertas parecen cerradas a la esperanza.

Esta grandeza que a pesar del dolor sufrido es capaz de hacer que la vida vaya tomando sentido desde la pequeña aportación individual en aras de la lealtad depositada de otros en nosotros y que permite que sintamos que el mal vivido y realizado, sea menos malo permitiéndonos alcanzar el perdón necesario para continuar una vida más ligera en cuanto a carga de errores.

El juego del calamar.

Termino haciendo hincapié en el impacto que me produjo el capítulo final (a pesar de quedar tan abierto para una nueva temporada) y su manera de afrontar el triunfo, tan alejado de lo que normalmente ocurre cuando alguien que lucha por conseguir una vida digna, al llegar a  lo que erróneamente llamamos éxito o triunfo se olvida de sus ideales y comienza a realizar  la metralla de acciones negativas y despieadas de las que en principio luchó por querer salir.

 

 

 

 

 

 


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