MISCELÁNEO LXI(61). EL ODIO
EL ODIO
Por Beatriz Santos Dieguez
El odio, nos obstante, puede ser
reducido a dos grandes grupos: a) a nivel individual, propio de una
sola persona, como el odio mencionado a un vecino, a un compañero de trabajo o a
la expareja. Este tipo de odio suele estar encubierto y el odiador no suele alardear del mismo para
no ser descubierto ya que no suelen tener una justificación socialmente
compartida; y b) a nivel grupal
(compartido por mucha gente).
Para marcar bien las
diferencias y justificar su odio, el odiador
representa al odiado como una
persona impura, que trae muerte, como una persona invasora, sucia, y muchas
veces como una persona infrahumana.
Por Beatriz Santos Dieguez
Aferrarse
al odio es como tomar un veneno y esperar que muera el odiado (Buda)
El
odio es un Sentimiento que a diferencia de las emociones o las sensaciones, que son más pasionales (de hecho, a las emociones se les llamaba
pasiones) está profundamente ligado a una visión del mundo, una Ideología, a una creencia o juicio de
que el odiado es un ser malvado y detestable.
El
odio
es un sentimiento construido culturalmente, que no tiene una clara finalidad biológica, y que casi siempre desemboca en violencia. Su complejidad y el hecho de
que se asocie a un contexto determinado dificultan definirlo e investigarlo.
En cuanto a la forma, el odio puede dirigirse contra
individuos particulares, como un vecino o un compañero de trabajo, contra
un líder político o religioso, contra determinadas
orientaciones sexuales o comportamientos particulares, pudiendo estar
también orientado contra ideologías,
prejuicios o religiones (como el comunismo, el cristianismo o el machismo),
incluso contra determinadas actitudes
que son percibidos, en este caso, como virtud, como sería el odio al crimen, la
injusticia o la pederastia…

Quienes
fomentan el odio persiguen siempre generar en la gente los siguientes
tres componentes:
1.-Negación
de la intimidad o alejamiento del odiado. El odiador busca
distancia retirándole la palabra, evitando la proximidad, no intimidando con él
en definitiva.
2.-Pasión
que
conlleva miedo, ira, rabia, furia.
En la relación intergrupal del grupo que
está odiando aparece ira, rabia, furia como consecuencia de una amenaza
sentida proveniente del odiado (no quiere decir que dicha amenaza sea real):
Los malvados, los que generan odio son los otros (grupo odiado). En el grupo odiado la emoción que les acoge
es el miedo (a ser agredidos o
vilipendiado).
El
grupo perpetrador del odio enmascara su odio excluyéndose, utilizando
un tipo de palabras o una fraseología (frases muy específicas) en la que despersonalizan a las víctimas. Por ejemplo, en los bombardeos estratégicos
e indiscriminados que Alemania dirigió contra Polonia (bombardearon a la
población civil de la capital Varsovia, entre otros) el 1 de septiembre de 1930
los pilotos de aviones caza se comunicaban de la siguiente manera “vamos a
bombardear al objetivo”, en lugar de
decir “vamos a bombardear a la población”. Manera esta muy propia de actuar
también de los terroristas.
Esta manera de comunicarse
con esta fraseología implica una
exclusión moral de la que se apodera el grupo odiador, que les imprime como
un derecho de pernada para odiar
rodeándose de una especie de protección moral y enarbolar la bandera de
la verdad única: su verdad.
3.-
compromiso en la devaluación,
desconsideración y desprecio del odiado. Dando para ello argumentos con estereotipos facilones del tipo “todos los andaluces son unos vagos”.
Estos tres componentes dan
al odio una estructura muy fija e
inamovible: se alejan del odiado/res generando emociones como la rabia en
unos y el miedo en otros, producto de la devaluación que hacen del odiado para
justificar ese odio.
El
odio puede manifestarse en formas y grado muy diversos pero lo
que realmente le identifica como tal
sentimiento es el establecimiento de
fronteras bien definidas entre el odiador /res y el odiado /s (división
binaria YO-Tu; Vosotros-vosotros).
El
establecimiento de diferencias es una característica fundamental del odio.
Cuando estas diferencias son bien establecidas por
líderes de cualquier tipo (religioso, político, deportivo, etc.,) las emociones
de rechazo, hostilidad y rabia hacia el contrario están servidas. Una
vez esta llama ha prendió, basta con comenzar a producir estereotipos y el conflicto aparece en su plenitud.
Las
diferencias justamente son las razones y argumentos
que el odiador se da a sí mismo para
justificar su odio: “es que tengo razones para odiar porque es diferente a mi”
.En realidad, lo que existe es un temor a lo diferente, al
cambio. Freud explica y argumenta esto en “Narcisismos de las pequeñas diferencias”.

Cuando el odio enseña sus garras, junto a
ellas e inmediatamente después aparece el concepto de plaga o de dotación infrahumana, animalización etc.
“El
niño Balsero” (Elián González) con la consiguiente división
que el caso mostró entre castristas y estadounidenses
es uno, entre otros muchos, en los que aparece ésta marcada diferencia. Al fiscal general que llevaba el caso se
le dibujó “con cuernos demoniacos”,
y el presidente Bush apareció con rasgos
simiescos en un programa de televisión nocturno.
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