MISCELÁNEO LX (60).LA DESHUMANIZACIÓN: DE LA RABIA AL ODIO
LA DESHUMANIZACIÓN: DE LA RABIA AL ODIO
Por Beatriz Santos Dieguez
Entre la Rabia y el Odio, existe una diferencia fundamental y una diferencia argumental.
La diferencia argumental es la siguiente:
La
Rabia es una emoción.
Las emociones nos avisan de una
parte importante de nosotros que debe ser atendida.
El
odio es un sentimiento.
Los sentimientos tienen un
componente cognitivo persistente, donde las ideas y creencias con lo que ambas conllevan, juegan un papel básico.
De las unas (emociones) y de los otros (sentimientos) hemos hablado
en posts anteriores.
La
emoción es una reacción inmediata del organismo y aunque ambos
(emociones y sentimientos) forman parte
de la condición humana, la gestión y manejo de las emociones cuenta con
diversas herramientas y con ellas se puede trabajar desde el presente por su
misma contigüidad.
Con
los sentimientos hemos de buscar más abajo en la psique humana, remover capas
más profundas hasta llegar al origen y procedencia de determinados prejuicios que son los que sustentan,
generalmente, el sentimiento de Odio.
La
Rabia nace desde una necesidad, generalmente de defensa, que una vez se es consciente de ella y
buscada una vía de solución, se disuelve
sin mayor perjuicio que el desencadenado en primera instancia por esa
revolución inicial que crea en nuestro organismo. Si logramos resolver adecuadamente la rabia, queda zanjada la
animadversión ante quién o qué se produjo.
Con el odio, lejos de desaparecer tras encontrar los motivos que inducen a él, lo refuerzan alimentándose
hasta límites insospechados si no se cortan a tiempo. Y es difícil cortarlo
porque se realimenta de las mismas llamas que le crearon.

El
odio es como un incendio, un fuego sin control. Quien odia vive en el fuego, en
el incendio, son destructores, pero además son pirómanos, es decir, se alimentan
del fuego para producir incendios.. La rabia sería un fuego que nos hace
reaccionar en un momento dado impulsándonos a apagar las llamas (Vicente
Ezquerro)
Las raíces del odio son
más profundas y difíciles de tratar que las de la rabia porque muchas veces la
persona que odia no es consciente de la magnitud de dicho sentimiento.
La
rabia es una reacción ante un estímulo que nos causa
molestias. En ella puede haber miedo al
otro porque está haciendo algo que nos molesta, que nos ofende y nos
perjudica. Es reactiva, es una
reacción a algo. Es una respuesta que todos podemos tener en un momento dado
como reacción, por ejemplo, a las personas que odian.
El
odio
es persistente.
Una persona que odia vive en el odio, desea
venganza y ha ido elaborando un tipo de
rabia que utiliza para destruir,
hacer sufrir y controlar a los demás. Es una sensación persistente y
destructiva contraria al amor. En él
no hay miedo sino deseo de hacer daño al otro, la mayoría
de las veces sin conocer a la persona, grupo, partido o etnia a quien va dirigido más allá del hecho
de haber escuchado que esa persona o grupo
es objeto de odio, teniendo que anticiparse porque de esa persona o
grupo va a venir algo perjudicial.
El
fundamento del odio (razón fundamental) se justifica en la deshumanización que hace el odiador del o de los odiados.
¿Qué es la
deshumanización?

La
deshumanización consiste en privar a las personas de su condición de ser
humano, cosificándola; es decir convirtiéndola en una cosa que ni siente ni
padece.
En las psicopatías, el psicópata
deshumaniza a su víctima, la convierte en un objeto, pudiendo de esta
manera, y sin el menor asomo de culpa o arrepentimiento cometer con ella la
mayor de las atrocidades.
La
Deshumanización es una característica que acompaña
ineludiblemente a las personalidades psicopáticas formando parte de su esencia.
En el sentimiento odio la deshumanización
se va fraguando en la medida que aparece la división binaria yo-tú o nosotros-ellos (hay odios individuales y odios colectivos, pero en ambos casos
se han establecido fronteras inexpugnables) que contiene una habilidad poderosa
para eliminar la empatía.
Justo, esta falta de empatía por las víctimas es un
distintivo del odio que ha caracterizado
a incontables matanzas, genocidios,
actos terroristas y asesinatos.
Sentir rabia hacia
aquellos que nos dañan es normal, pero en nuestras manos está caer o no en las
garras del odio.
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