MINDFULNESS XCV. INTELIGENCIA EMOCIONAL
INTELIGENCIA EMOCIONAL
Por Beatriz Santos Dieguez
Cualquiera
puede enfadarse, eso es sencillo. Enfadarse con la persona adecuada, en el
grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y de la forma
correcta requiere de una gran sabiduría y complejidad. (Aristóteles)
Para ser emocionalmente inteligentes es
necesario integrar aquello que nos
va ocurriendo a lo largo de nuestras vidas, porque en la vida, lo normal es que
ocurran cosas, y estas no siempre son
agradables. Las emociones son la primera señal de que algo está ocurriendo, nos
dan información.
Integrar implica también
aceptar.
Aceptar todo lo que nos ocurre como parte de
nosotros.
Ocurren cosas fuera de nosotros que nos impactan, nos llegan, nos provocan una emoción. Pero también ocurren cosas dentro de nosotros, nos sentimos de tal o cual manera. Descubrir y poner nombre a esa sensación, es fundamental.
Ocurren cosas fuera de nosotros que nos impactan, nos llegan, nos provocan una emoción. Pero también ocurren cosas dentro de nosotros, nos sentimos de tal o cual manera. Descubrir y poner nombre a esa sensación, es fundamental.
Para nuestro bienestar y para el progreso de la cultura la integración de nuestra cabeza y nuestro corazón es necesaria. La integración de ambas partes nos hace más sabios de lo que sería nuestra inteligencia por si sola o nuestras emociones dejándonos llevar por ellas sin reflexión.
Nuestro cerebro emocional está
relacionado con la supervivencia y la orientación hacia la salud. Constantemente
estamos recibiendo información de este cerebro
emocional, que nos avoca a evaluaciones
rápidas e imprecisas las cuales, a veces,
pueden estar equivocadas.
Evaluar los acontecimientos
desde el punto de vista de cómo estos afectan a nuestro bienestar nos da una
información muy válida, pero una vez que ha aparecido y hemos descifrado de que
emoción se trata, es necesario pensar acerca de ella y decidir qué hacer, si seguir hacia aquello a lo que nos incita, cambiar
de dirección o tratar de transformarlo.
Prestar atención a las emociones y los sentimientos, nos sitúa en un
nivel superior de conciencia porque da a la vida color, significado y valor.
Sin las emociones no
podríamos tener vidas satisfactorias porque forman parte de la información primordial de la existencia. Constituyen información
íntima. Información interna que penetra en la conciencia, y que recorren todo
nuestro cuerpo.
Si somos incapaces de
atender y acceder a este nivel de experiencia de las emociones, nos faltará
orientación en el mundo y perderemos la sensación de lo que es realmente
importante y personalmente significativo para nosotros.
Por si solo, sin embargo, el cerebro emocional es incapaz de producir pensamiento analítico o razonamiento.
Integrar
los impulsos de nuestro cerebro emocional con el asesoramiento de la razón
conduce a una mayor flexibilidad adaptativa.
En la evolución
personal y cultural, contar con la
síntesis de los sistemas responsables de
sentir y razonar aumenta la complejidad de nuestras respuestas
porque su combinación nos hace personas más eficaces en entornos y
circunstancias siempre cambiantes.
Para experimentar nuestros
sentimientos conscientemente es necesario ser capaz de reflexionar acerca de ellos y
dar sentido a nuestra experiencia particular.
En la mayoría de las
ocasiones las emociones simplemente
ocurren, llevándonos a la acción, en un proceso sin pausa. Constantemente actuamos sin pensar, realizando todos los actos de nuestra vida, de nuestro día a día sin esfuerzo consciente.
ocurren, llevándonos a la acción, en un proceso sin pausa. Constantemente actuamos sin pensar, realizando todos los actos de nuestra vida, de nuestro día a día sin esfuerzo consciente.
Las emociones guían nuestro razonamiento porque
nos ayudan a comprender más rápidamente patrones del mundo de lo que estos
pueden ser analizados conscientemente según su significado, pero para ello es
necesaria la consciencia.
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