MISCELÁNEO CXLII. LA ENVIDIA
MISCELÁNEO CXLII
lA ENVIDIA
Si la envidia fuese tiña, cuanto tiñosos habría!
Comenzamos con esta frase
en español, transmitida de generación en
generación por fuente oral, que reconoce la
envidia como un defecto muy
presente, pero oculto en el ser humano.
El término “tiña” es sinónimo de mugre o suciedad. Se supone que proviene
de quienes padecían la enfermedad porque
iban sucios y desaliñados. También se utiliza como equivalente de tinte. A algo
que está teñido
La “tiña” (las actuales
dermatofitosis o micosis zoonósicas) es una infección en la piel, producida
por ciertos parásitos que produce unas erupciones cutáneas muy molestas, y que provoca ulceraciones y
costras al rascarlas. Es altamente contagiosa a través del contacto directo
entre personas, animales de compañía u objetos que hayan estado en contacto con
alguien infectado (sábanas, peines, toallas ropa, etc.).
En el refrán, el término tiñoso, no se utiliza para referirse a
la infección, sino porque muchas
personas le empleaban para referirse al hecho de tener la piel teñida.
Esta infección era muy
común en las clases bajas,
existiendo la convicción y el prejuicio
de que estas clases eran por naturaleza envidiosas de lo que poseían los demás.
De ahí surge la analogía entre la
enfermedad infecciosa (tiña) y el sentimiento de desear lo del prójimo.
Pero la envidia no se queda en el solo deseo de “lo del otro".”
La envidia es universal, a la
vez que el más desafortunado aspecto de la naturaleza humana, porque
quienes envidian además de sucumbir a la infelicidad que esta produce, alimenta
el deseo de producir el mal a otro.
La
envidia se asocia a la
destrucción y el daño hacia otro.
Actualmente, es difícil,
si no imposible, asociarla a una determinada clase social, fundamentalmente, en
nuestras sociedades occidentales. Incluso podríamos aventurarnos a exponer que
los términos se han invertido.
Desde la antigüedad, los
griegos daban a la envidia el nombre
de mal
de ojo, porque significa el que no ve con buen ojo, Dicho
significado permanece entre los griegos modernos.
La
envidia ha sido
estudiada y tratada desde diferentes
disciplinas como la literatura , la
filosofía o la psicología, entre
otras, y estamentos como la Iglesia.
-Desde la Iglesia, la envidia
es uno de los siete pecados capitales, capaz de generar otros pecados.
Santo
Tomás de Aquino
la definía como “La tristeza del bien
del otro”.
-En
la Literatura universal hay referencias a la envidia. Centrándonos en nuestro país (España), Cervantes, en uno de sus consejos a Sancho la define como la
raíz de infinitos males y carcoma de las virtudes. Quevedo la considera como un pecado especialmente inútil y que no da
satisfacción alguna porque muerde y no come.
Miguel
de Unamuno en su Abel Sánchez. Una historia de la pasión,
la trata de manera magistral al darle vida en uno de los dos personajes
principales, Joaquín, quien solo en
su momento final se da cuenta de la tremenda inutilidad y falta de sosiego que
la envidia ha dejado en su vida. Aquí podemos descubrir claramente como la carencia es lo único que deja al
descubierto la envida.
-Berltrand
Russell, señala que la
envidia es una de las más potentes causas de infelicidad.
-Siendo la Psicología, la disciplina donde la envidia se ha tomado de manera no
puramente negativa, sino en un afán evolutivo,
donde es posible transitarla, con el cuidado suficiente, de que en lugar de
anidar tome un rumbo más positivo.
La envidia no es querer o
desear lo que el otro tiene.
La
envidia es desear y querer
que el otro no tenga lo que tiene, de ahí que se deriven otros pecados (iglesia)
encaminados a la destrucción “del otro”,
y deje en el limbo la procedencia de la misma y su superación.
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