LÍNEA PSICODINÁMICA XLVII. EL PSICOANÁLISIS Y LA ENVIDIA
EL PSICOANÁLISIS Y LA ENVIDIA
Por Beatriz Santos Dieguez.
La envidia ha sido clasificada y definida desde diferentes estamentos[1] como la religión y disciplinas como la literatura o la psicología entre otras.
La literatura, desde su combinación de elementos, ha tenido a bien mostrarnos la creación de determinados personajes en los que la envidia dejaba estragos tanto en el/los envidiado/s (entorno que la envuelve), como en el envidioso (quien la padece en su apalancamiento o anclaje)
En la Psicología, el Psicoanalis
ha sido la corriente más proclive[2]
a definir la envidia desde un punto de vista evolutivo.
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Sigmund Freud |
El Psicoanálisis muestra el primer paso para poder entender (Freud construye una metapsicologia cuyo desgrane implica
años de estudio y tener mucho tiento en su aplicación) como surge la envidia en el individuo. Y aunque es
posible poder resolverla desde esta corriente, han ido apareciendo otras y otras herramientas que ayudan a que esto sea
posible con un menor coste de tiempo.
Los seres humanos pasamos
por diferentes etapas en nuestros
primeros años.
Dependiendo de cómo vayamos resolviendo esas
etapas nuestra personalidad irá evolucionando de una u otra forma.
Sigmund
Freud habla de “La
envidia del pene” (etapa fálica)
como la reacción de la niña durante su desarrollo psicosexual.
En la etapa
fálica la niña descubre que hay personas con pene, lo cual despierta en
ella la envidia: Yo también quiero tener eso.
Desde el Psicoanálisis, la envidia
surge en torno a los 3 años en nuestras primeras relaciones con la familia
y con los compañeros.
El Psicoanálisis, habla por primera vez de la envidia como un sentimiento de deseo intenso hacia algo poseído por otro. Le da nombre.
El
psicoanálisis nos muestra que la vida transcurre en un desarrollo
dinámico (es decir, que va cambiando o es susceptible de cambio, según los
acontecimientos), a la vez que evolutivo
(las personas pasamos por diferentes etapas en nuestro desarrollo).
Los seres humanos pasamos por diferentes
etapas en nuestros primeros años.
La resolución de estas
etapas (pasando a la siguiente , digamos, de forma adecuada) o el quedarnos pillados,
anclados en alguna de ellas, va a ser
clave para que nuestra personalidad evolucione mejor o peor hacia la salud
psíquica y mental.
Pasar de una etapa a la
siguiente implica resolver determinadas situaciones que van a ir apareciendo en
nuestro entorno.
Volviendo a la etapa fálica (donde la envidia aparece por primera vez de
forma figurada), y al encontrarse el sujeto con sus iguales, esta envidia puede mostrarse a través de un ejemplo: otro niño que posea un juguete que nosotros no
poseemos y queremos.
Dicha situación puede
resolverse de dos maneras (a esa edad) fundamentalmente: Arrebatarle y destruir
el juguete del otro niño, o bien contrarrestando el impulso de destrucción,
buscando conseguir el juguete por otro método sano, como por ejemplo, pedirle
que se lo deje un rato, o incluso intentar conseguir el juguete a través de sus
mayores haciendo méritos.
La forma de resolver dicha
situación, así como el impacto que esto tenga en el entorno va a ir perfilando
una determinada forma de actuar para conseguir lo que desea sin destruir al
otro (persona, objeto,..), es decir, una personalidad determinada.
La envidia desde este punto de vista posibilita comprender el lugar en que la
persona se encuentra y elegir que hacer con ella, a la vez que, en el caso
de resolverlo por la vía más sana, va a motivar al sujeto a mejorar.
[1] Un estamento es un grupo social que
comparte ciertas características comunes y que se ordena con base en ciertos
elementos.
[2] Proclive: que tiene inclinación o disposición
natural hacia una cosa.
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