MISCELANEO LXIII (63). SUPERACIÓN: MÁS ALLÁ DEL ODIO

SUPERACIÓN: MAS ALLÁ DEL ODIO
Por Beatriz Santos Dieguez

El odio desgraciadamente, casi siempre,  es un camino sin retorno, un billete solo de ida, pues dejar de odiar es siempre difícil, muy difícil. (Ignacio Morgado.; Emociones corrosivas)

Superación: más allá del odio

El odio es una importante fuente de problemas y violencia en el mundo. Impide pensar en las razones del odiado y lleva siempre a la devaluación de sus creencias y actitudes.


Del odio a la comprensión
Por naturaleza, el odio cambia incrementándose. No obstante,  hemos de tener confianza en que el tiempo acabe siempre enfriándolo y haciendo que quienes odian se miren más hacia sí mismos, reflexionen de otro modo, pudiendo, de esta manera, facilitar un cambio en sus sentimientos y actitudes hacia los demás.

Vicente Ezquerro, médico psiquiatra, ex -profesor de psicología médica en la universidad de Barcelona,  considera  el sentimiento de odio contrario al amor, le define como: Un sentimiento aversivo, devastador y profundamente intenso, con gran capacidad de aprendizaje y de contagio.

Es fácil de activar y muy difícil de controlar.

Odio: emociones  y actitudes concomitantes

Muchos odiadores conviven a diario con su odio, obsesionados con él, llegando a ser esta su forma de vivir. A diferencia de la agresividad, el odio puede aparecer sin que haya una ofensa personal previa, pudiendo surgir de creencias o prejuicios, muchas veces irracionales (sin fundamento lógico).

Se le suele asociar a emociones como la rabia (personalizada o generalizada) el desprecio o el asco. En él prevalecen los pensamientos destructivos, los juicios negativos y la agresividad con una propensión hacia la hostilidad y una disposición para actuar pretendiendo hacer daño.

El objetivo final del odiador es destruir el objeto de su odio.

Un modo de instigar el odio consiste en hacer que las personas se sientan amenazadas o víctimas de otras personas, es decir, victimas de supuestos o reales maltratadores a los que acaba odiando.

Odio: destruir al odiado

Muchas veces, las personas que odian  están atrapadas en  prejuicios cuyas víctimas (los odiados) pueden padecer la distancia y el abandono de quienes no les odian por temor al ardor de los odiadores. Una novela ejemplarizante de estos casos es Patria” de Fernando Aramburu, donde el miedo y el odio en un pequeño pueblo en que todos se conocen va recabando y finalmente destruyendo la amistad y el compañerismo de los habitantes del mismo.


A las personas que odian no les gusta sentirse solas porque eso las hace sentirse inseguras, lo cual hace que los odiadores se sientan empujados, casi conducidos a empujar a otros a odiar como ellos lo hacen, ya que la validación de los otros les refuerza  al mismo tiempo que les impide razonar sobre sus propias inseguridades.

El odiador busca a otros a quien le disguste el odiado, o que puedan ser persuadidos para odiarlo como él.

Al igual que los problemas económicos, las promesas políticas incumplidas y otras situaciones turbulentas que frustran a la gente, el conflicto entre grupos es siempre una fuente de odio.

Grupos de odios

Los grupos de odio forman identidades colectivas mediante manifestaciones y proclamas y, a través de símbolos, rituales y mitos que cuanto más degradan a los odiados más engrandecen a sus  cerriles (que se mantiene excesivamente firme en sus ideas, intenciones u opiniones) e indómitos miembros seguidores.

No hay ninguna cura mágica para curar el odio pues es muy difícil extirparlo  por completo.  Por tanto, hay que rechazarle y canalizarle  con sabiduría pues si lo consideramos aceptable y tolerable es imposible erradicarle.

La educación como herramienta contra el odio

 La educación es una magnifica herramienta  que puede guiarnos para lidiar y contener el odio que NUNCA resuelve los problemas y, por el contrario, lo que hace siempre es fomentarlos y agravarlos.

A través de la educación se puede adoctrinar tanto hacia el odio, como educar hacia lo contrario. Una buena educación es aquella que nos permite enfocar nuestro aprendizaje hacia la sabiduría.

La Sabiduría está por encima de la inteligencia ya que implica y añade generosidad, experiencia, creatividad y bondad que permite  conducirnos  en la búsqueda del “bien colectivo” por encima del de una parte o el propio.

Las personas sabias como Martin Luther King, Nelson Mandela, la Madre Teresa, Mahatma Gandhi o José Mújica nunca odian.

Hay un punto importante a tener en cuenta y es que el odio no desaparece simplemente porque las circunstancias externas cambien.

Humanizar para poder trascender el odio

Los procesos que cambian el sentimiento de odio son lentos y requieren comprender sus raíces, cicatrización, reconciliación y  contacto intenso entre las personas, pero sobre todo,  humanizar al odiado, dejar de considerarlo perverso y sentir que es alguien que también razona y tiene sus propias ideas y sentimientos.

El conocer los argumentos del contrario siempre es bueno, pero, en cualquier caso, lo más importante es crear con todo ello una visión positiva que no identifique enemigos y que lleve a la gente a trabajar conjuntamente por un futuro mejor para todos.

La clave está siempre en humanizar al odiado.

El odio hay que contenerle siempre con acción, denunciándole cuando y donde se dé, comprensión, es decir, reconocer la presencia del otro, entendiendo su historia, y explicando sus consecuencias, particularmente las que conducen a la ruptura  de relaciones entre personas, a la violencia, las masacres y el genocidio.

 

 

 


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