MISCELÁNEO XX. CRECIMIENTO Y PROTECCIÓN

CRECIMIENTO Y PROTECCIÓN

Por Beatriz Santos Dieguez




En el post anterior estuve hablando sobre la ineficacia de nuestra civilización actual a la hora de administrar los recursos que la naturaleza nos ha dado.
La sensación que tuve al escribir y publicarle fue agridulce, pero era necesario hablar de ello si queremos cambiar el rumbo de tal situación.
Nos enfrentamos como civilización a un turbio futuro puesto que la escasez de materiales no renovables amenaza nuestro estilo de vida.
Tomar conciencia de la amenaza que supone destrozar el planeta es necesario y ello ha comenzado a ser posible a través de lo se denominan minorías creativas o agentes activos de cambio que transforman las antiguas y obsoletas verdades filosóficas en nuevas creencias culturales que resultan vitales.
Gracias a estas minorías creativas estamos comenzando a conocer y, sobre todo, a desarrollar fuentes de energía renovables, productos reciclables y un regreso a la agricultura ecológica.
También hemos hablado en otros post (concretamente en el nº XVIII de esta misma línea) de los factores necesarios para la supervivencia de cualquier forma de vida (desde las bacterias a los seres humanos),  entre las que el Crecimiento y la Protección forman parte de ella. Ambos consumen Energía (otro factor necesario para la  supervivencia).
Cuando hablamos de Energía interna nos referimos a la que generan los procesos vitales. Cuando hablamos de Energía externa, nos estamos refiriendo a la energía consumida por los organismos y que procede del exterior de este (Recursos). Consumir más de lo que se produce puede ser como mínimo desequilibrante.
Los fisiólogos afirman que la causa de la enfermedad y la muerte es el desequilibrio en la distribución de la energía corporal.
Las funciones vitales de un organismo pueden dividirse en las que apoyan el crecimiento, como la reproducción, y aquellas que proporcionan protección.
La energía que  un organismo gasta en protección no obtiene beneficio alguno ya que cuando la naturaleza diseñó los sistemas (defensivos corporales) de protección no fueron ideados para ser utilizados las 24 horas del día (como ocurre a menudo en gran parte de la humanidad actual); mientras que la energía utilizada en el crecimiento cosecha mucha más energía para el sistema.
 Por tanto, si la necesidad de protección de un individuo está desequilibrada y plagada de amenazas y miedos crónicos, los recursos de energía excesivos que se requieren para la protección pondrán en peligro las reservas necesarias para mantener la salud.
Esto mismo ocurre en las sociedades: el gasto desproporcionado que realizan en defensa (protección)  ha desembocado en un peligro para el crecimiento.

Las células son a nuestro cuerpo lo que nosotros, seres humanos, somos al planeta tierra.

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