MINDFULNESS XXXVI. NADA ES ETERNO: TODO CAMBIA

NADA ES ETERNO: TODO CAMBIA
Por Beatriz Santos Dieguez

Nada es eterno, por ello cuando estamos viviendo momentos agradables hay que disfrutarlos al máximo. Cuando los momentos son tristes o desagradables tener la certeza de que también pasaran nos proporciona la tranquilidad necesaria para transitarlos.  (Frase parecida que Francisca Llona Barros,  mamá de Isabel Allende, de 95 años, le repetía a su hija)

Por casualidad, la mañana del martes 13 de octubre, escuche hablando a Isabel Allende, recientemente separada de su marido, en TVE-1. No recuerdo la hora exacta, pero serían alrededor de las 12,30 del mediodía.

El programa en el que apareció  se llama “Amiga y conocida”. La estaban entrevistando debido a la publicación y promoción de su nuevo libro El amante japonés, un canto al amor, la vejez y la muerte.
Isabel Allende a sus 73 años cree que “la necesidad de intimar y compartir la vida con otro es muy grande a todas las edades, pero en la vejez llega a ser casi imprescindible porque se cuenta con menos apoyos”.
Cualquier motivo puede justificar  la aparición del nombre de esta mujer sabia; la publicación de su novela es uno más, pero aquí, en este post, en el ahora mientras escribo y mientras vosotros leéis, la cita está relacionada con la frase que encabeza el post, y que ella ha citado para dejar claro la importancia de vivir el momento presente, el aquí y el ahora, con toda intensidad, sabiendo que el momento, sea cual fuere, dejará paso a otro, que también pasará, y así, teniendo en nuestras vidas esta certeza, viviremos sin aferrarnos demasiado a lo placentero y sin rechazar el dolor que una situación determinada puede proporcionarnos.

Isabel Allende promociona su nueva novela mientras la separación con la persona que ha compartido con ella 27 años de su vida sigue su proceso. Es seguro que ella está en el Dolor causado por  esta ruptura, pero también está en el ahora que sabe le debe a la promoción de su libro. Sabe que todo pasa cuando somos capaces de transitarlo, y vive de acuerdo a ello.
Nuestra mente condicionada nos tiene acostumbrados a ir al pasado o viajar al futuro.
Como ya hemos venido diciendo en repetidas ocasiones, la idea básica de Mindfulness es prestar atención a lo que está sucediendo en el momento presente.
La práctica Mindfulness nos ayuda a fortalecer la capacidad de atención, para estar estabilizados en el momento presente, para ver las cosas como son, para sentirlas como se presentan.
El entrenamiento de la mente trae calmaalerta y una sensación de espaciosidad.
Si se presentan situaciones caóticas o displacenteras no hay necesidad de juzgarlas. Solamente trayendo la mente al presente una y otra vez, nuestros músculos de Mindfulness crecen y nuestra mente comienza a ser entrenada.
Una mente entrenada ve claramente,  y tiene muchas más posibilidades para responder, es mucho 
más libre y menos reactiva.
Esto es un proceso solo posible a través de la práctica.
Un proceso que nos va a permitir estar donde estamos sin pretender cambiar nada, ya que es el mismo cambio quien se encargará de mostrarnos lo simple y sencillo que es el vivir.
Mindfulness es un proceso que lleva tiempo de aprendizaje, tiempo transitado por la práctica, sin 
la cual difícilmente lograremos estar donde estamos en el momento que estamos.
Lo normal, cuando nos sentamos por primera vez o las primeras veces a ejercitar este músculo (Mindfulness), es que sintamos la necesidad de llegar al otro extremo de lo que imaginamos  una línea, desde el minuto UNO.
Mindfulness no trata de forzar la mente para que permanezca tranquila de repente.

Podemos comparar nuestra mente a la doma de un caballo salvaje para entender mejor como es la práctica Mindfulness.
Un caballo salvaje no se deja dominar  fácilmente. Si lo intentamos por la fuerza, comprobaremos que la suya es mayor, y aún con ayuda de otro u otras personas es imposible hacer que se quede quieto en un sitio. Su fuerza es superior.

La doma de un caballo salvaje se realiza a campo abierto, en un espacio amplio. El caballo está atado a una larga cuerda, que el domador sostiene en la mano de un extremo, al otro está  el caballo. Entre la mano del domador  y el caballo hay todo el espacio que este necesita, por lo que no se siente atrapado ni forzado. Poco a poco el domador va pasando una mano sobre otra, acortando poco a poco y muy lentamente la longitud de la cuerda. De esta manera el caballo no notará la diferencia, creerá  que aún tiene todo el espacio del mundo. Sigilosamente el domador irá estando más cerca del caballo atrayéndolo hacia sí poco a poco, mientras lo vigila, pero dejándole suficiente espacio para que se sienta cómodo y no se ponga nervioso.
Cuando nos sentamos las primeras veces a meditar nuestra mente es como  un caballo salvaje, no podemos esperar que se quede quieta de repente: hay que dejar mucho espacio libre. Debemos darle a nuestra mente tiempo para que se asiente, para que se relaje un poco.


 Permite a tu mente que llegue a un sitio natural de descanso (como el domador va consiguiendo con el caballo salvaje), donde te sientas feliz, confiado y relajado. 


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