LÍNEA PSICODINÁMICA LVI. ACEPTACIÓN VERSUS HUIDA/NEGACIÓN
ACEPTACIÓN VERSUS HUIDA/NEGACIÓN
Por Beatriz Santos Dieguez
En la vida, el vivir implica que pasen cosas, y no todo lo que pasa es del agrado de quien lo pasa.
![]() |
Cuando
lo que pasa, lo que ocurre, lo que nos ocurre, está fuera de lo que
consideramos agradable convirtiéndose en desagradable, tenemos varias opciones
que pueden resumirse en dos principalmente:
1-Huir o/y negar: En cuyo caso, a su vez:
a)
Evitamos por caminos poco
saludables, a medio y largo plazo, que eso nos afecte, dando por zanjado lo
desagradable y pasamos a otra cosa mariposa. Es decir, no afrontamos lo que ocurre en el momento en que ocurre.
b) No es una huida tal y como se la
conoce en psicología (está más relacionado con la negación, aunque tampoco es una negación tal y como en
psicología se la trata). Es debido a que se posee una personalidad
con rasgos psicopáticos, en cuyo caso simplemente
nada nos produce frio ni calor.
La huida es semejante a la resignación.
La huida nos impide la auto-aceptación ,
porque en realidad es como un ir hacia cualquier parte que nos aleja de
nosotros mismos.
La
huida nos impide la reflexión.
Es
diferente huir que negar, pero aquí vamos a darle un tratamiento
semejante, intentando simplificar su comprensión.
Negar es borrar todo indicio de que algo
pasa.
![]() |
aceptación |
2.-Aceptar
Aceptar implica pasar, transitar con el nivel de dolor
que la situación requiera aquello que está ocurriendo y nos disgusta.
Aceptar que en ese momento el dolor es el
mejor medio para no caer en el
sufrimiento.
Por
tanto, el dolor forma parte de la
vida. El sufrimiento es una opción.
El
sufrimiento a su vez implica a) anclarse
en el dolor por la incapacidad de transitarle cuando este llama a la puerta
para ser dolido, o bien b) estar en una
continua huida a ninguna parte.
![]() |
aceptación y realidad |
La
aceptación implica movimiento. Es algo diametralmente opuesto a la resignación, donde las
cosas, acontecimientos, problemas, pasan sin que “yo pueda hace nada”.
En
la aceptación podemos hacer. Hay reflexión y reconocimiento de que en
eso que ocurre nosotros podemos
intervenir, (dicha intervención
puede ser “no hacer nada”, porque es
lo que el momento requiere), sin
convertirnos en víctimas y, sí en agentes de cambio, de nuestra manera de mirar
al mundo:
Doliendo, cuando hay que doler (tristeza), alegrándonos cuando hay que
alegrarse (alegría), enfadándonos
cuando la situación lo requiere (rabia),
actuando con asertividad y dejando
que el miedo nos guie cuando es un
verdadero miedo, y no un miedo infundado e infundido[1] o miedo dirigido, descrito por J. Delumeau.
La
incapacidad de transitar el dolor es
algo muy diferente a que la incapacidad
forme parte de nuestra personalidad.
Esta
incapacidad para transitar el dolor puede
producirse porque en un momento dado, cuando acaece un acontecimiento
determinado que nos produce ese dolor, no podemos afrontarle porque nos
rompería, e inconscientemente le desechamos. Es decir, hay momentos y
situaciones en la vida, en que el dolor es tal, que si en ese momento tratamos
de afrontarle nos fracturaríamos en pequeños trocitos.
Cuando huimos (por esa incapacidad de transitar el dolor en un momento dado) y esto, a veces, se convierte en una rutina de no afrontamiento de cualquier acontecimiento que nos produce desazón, disgusto o dolor, esa huida va cristalizando en una acumulación que como un gota a gota erosiona nuestra emocionalidad de tal manera que lo que, en un principio, era o son problemas de la vida se convierte en un trastorno mental.
![]() |
ACUDIENDO A ALGUIEN QUE NOS ACOMPAÑE |
Pero
como ya vimos, aunque en los problemas de la vida a veces
necesitamos acompañamiento para poder darnos cuenta de que son eso (problemas
de la vida) y, que somos capaces de afrontarlos, es el tipo de acompañamiento
al que acudimos con el que tenemos que ser cuidadosos, para que podamos salir
del circulo de los trastornos mentales.
Comentarios
Publicar un comentario