MISCELÁNEO XLVIII. EVOLUCIÓN. EL GRAN CEREBRO
EVOLUCIÓN. EL GRAN CEREBRO
Por Beatriz Santos Dieguez
La
metáfora con la que R.
Dawkins explica que la probabilidad
de que un gen prospere depende de su
capacidad de adecuación al medio, es el egoísmo.
Por Beatriz Santos Dieguez
Los humanos estamos
resolviendo problemas sociales constantemente.
Somos animales eminentemente
sociales.
Hace unos cuatro mil millones de años el cráneo de nuestros antepasados homínidos pasó de los 600 centímetros cúbicos a los aproximadamente 1200 actuales.
Existen varias teorías sobre este hecho.
Hace unos cuatro mil millones de años el cráneo de nuestros antepasados homínidos pasó de los 600 centímetros cúbicos a los aproximadamente 1200 actuales.
Existen varias teorías sobre este hecho.
La teoría más extendida
sobre esta expansión o ampliación del cerebro alega que fue para permitirnos
hacer utensilios y armas.
El biólogo Richard Dawkins (quien introduce el concepto de meme) a
través de su teoría del “Gen egoísta”, argumentó que el gen es la unidad evolutiva
fundamental.
Con este argumento
pretende explicar determinadas características físicas o conductuales de los
seres vivos, ya que explicando la evolución desde este punto de vista se pueden
justificar los fenómenos de selección natural actuando a niveles superiores.
Richard Dawkins |
Los organismos son meras máquinas de supervivencia para genes:
un gen de un organismo sigue existiendo si dicho ser se reproduce”.
Análogo al concepto gen y sujeto a las mismas
reglas básicas de la evolución (el egoísmo como la principal) acuña el concepto meme como agente responsable
de transmisión cultural en el ser humano.
Dos eminentes biólogos, Edmund O y David Sloan, han reunido pruebas fehacientes en las que
muestran que el grupo es la unidad
primaria de selección natural. Su argumento lo basan tomando de referencia
a los insectos sociales, como las avispas, las abejas, las termitas o las hormigas. Todos tienen
fábricas, fortalezas y sistemas de comunicación que dominan el mundo de los
insectos del mismo modo que los humanos dominamos el mundo de los vertebrados.
Aunque nunca sabremos si los
insectos sociales tienen emociones
colmena o si encontraron y explotaron formas no emocionales de mantener la cooperación en grupo, conocemos bien las emociones humanas positivas y como estas influyen en parte de
la vida social y las relaciones.
Desde un punto de vista
emocional somos criaturas colmena,
criaturas que inevitablemente buscamos
relacionarnos de forma positiva con otros miembros de la colmena (de la
sociedad).
El gran cerebro es una máquina de simulación de relaciones, y ha sido seleccionado por la evolución
precisamente para la función de diseñar y entablar relaciones humanas
armoniosas y eficaces.
Aunque nuestras actuales
sociedades nos incita, de diversas maneras (a través de la educación, los
medios de información, las empresas) como concentrarnos en competir entre
nosotros, la Evolución, una vez más, está dejando señales que estimulan a colaborar en lugar de competir,
para encontrar caminos que nos permitan vivir armoniosamente con la tierra que
nos sustenta y con nuestros semejantes.
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