MISCELANEO LXIII (63). SUPERACIÓN: MÁS ALLÁ DEL ODIO
El odio desgraciadamente, casi siempre, es un camino sin retorno, un billete solo de ida, pues dejar de odiar es siempre difícil, muy difícil. (Ignacio Morgado.; Emociones corrosivas)
El odio es una importante fuente de problemas y violencia en
el mundo. Impide pensar en las razones del odiado y lleva siempre a la
devaluación de sus creencias y actitudes.
Vicente Ezquerro, médico psiquiatra, ex -profesor de psicología médica en la universidad de Barcelona, considera el sentimiento de odio contrario al amor, le define como: Un sentimiento aversivo, devastador y profundamente intenso, con gran capacidad de aprendizaje y de contagio.
Es fácil de activar y
muy difícil de controlar.
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Muchos odiadores
conviven a diario con su odio, obsesionados con él, llegando a ser esta su
forma de vivir. A diferencia de la agresividad,
el odio puede aparecer sin que haya una
ofensa personal previa, pudiendo surgir de creencias o prejuicios, muchas
veces irracionales (sin fundamento lógico).
Se le suele asociar a emociones como la rabia (personalizada o generalizada) el desprecio o el asco. En él prevalecen los pensamientos destructivos, los juicios negativos y la agresividad con una propensión hacia la hostilidad y una disposición para actuar pretendiendo hacer daño.
El objetivo final del
odiador es destruir el objeto de su odio.
Un modo de instigar el odio consiste en hacer que las personas se sientan amenazadas o víctimas de otras personas, es decir, victimas de supuestos o reales maltratadores a los que acaba odiando.
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A las personas que odian no les gusta sentirse solas porque
eso las hace sentirse inseguras, lo cual hace que los odiadores se sientan empujados, casi conducidos a empujar a otros a
odiar como ellos lo hacen, ya que la
validación de los otros les refuerza al mismo tiempo
que les impide razonar sobre sus propias inseguridades.
El odiador busca a
otros a quien le disguste el odiado, o que puedan ser persuadidos para odiarlo
como él.
Al igual que los problemas económicos, las promesas políticas incumplidas y otras situaciones turbulentas que frustran a la gente, el conflicto entre grupos es siempre una fuente de odio.
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No hay ninguna cura mágica para curar el odio pues es muy difícil extirparlo por completo. Por tanto, hay que rechazarle y canalizarle con sabiduría pues si lo consideramos aceptable y tolerable es imposible erradicarle.
La educación es una magnifica herramienta que puede guiarnos para lidiar y contener el
odio que NUNCA resuelve los problemas y, por el contrario, lo que hace siempre
es fomentarlos y agravarlos.
A través de la
educación se puede adoctrinar tanto hacia el odio, como educar hacia lo
contrario. Una buena educación es
aquella que nos permite enfocar nuestro aprendizaje hacia la sabiduría.
La Sabiduría está por encima de la inteligencia
ya que implica y añade generosidad,
experiencia, creatividad y bondad que permite conducirnos
en la búsqueda del “bien colectivo” por encima del de una parte o el
propio.
Las personas sabias como Martin Luther King, Nelson Mandela,
la Madre Teresa, Mahatma Gandhi o José Mújica nunca odian.
Hay un punto importante a tener en cuenta y es que el odio no
desaparece simplemente porque las circunstancias externas cambien.
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Los procesos que cambian el sentimiento de odio son lentos y
requieren comprender sus raíces, cicatrización, reconciliación y contacto intenso entre las personas, pero
sobre todo, humanizar al odiado, dejar
de considerarlo perverso y sentir que es alguien que también razona y tiene sus
propias ideas y sentimientos.
El conocer los argumentos del contrario siempre es bueno,
pero, en cualquier caso, lo más importante es crear con todo ello una visión
positiva que no identifique enemigos y que lleve a la gente a trabajar
conjuntamente por un futuro mejor para todos.
La clave está siempre
en humanizar al odiado.
El odio hay que contenerle siempre con acción, denunciándole cuando y donde se dé, comprensión, es decir, reconocer la presencia del otro, entendiendo
su historia, y explicando sus consecuencias, particularmente las que conducen a
la ruptura de relaciones entre personas,
a la violencia, las masacres y el genocidio.
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