ADICCIONES IV. Prevención - Rehabilitación
PREVENCIÓN - REHABILITACIÓN
Antes de comenzar de lleno con
las conductas adictivas (recordemos
que designamos adicciones tanto a la drogodependencia
como a las conductas adictivas) es importante
hablar de prevención.
Estamos acostumbrados a escuchar
hablar de salud desde la vertiente de la enfermedad.
Nada malo hay en ello puesto que
es una de las opciones que la salud ha de afrontar, pero, tal vez,
se echa en falta el afrontamiento
de la misma desde otro ángulo: LA PREVENCIÓN.
Prevenir no significa obviar la
enfermedad, puesto que es una realidad a la que debemos de prestar la atención
que se merece.
Prevenir, en una de las acepciones que nos ofrece la RAE, es “prever,
conocer de antemano o con anticipación un
daño o perjuicio”. En otra acepción nos expresa: “prepararse de antemano
para algo”.
Ambas acepciones de la RAE nos
están indicado la necesidad de prepararse, para lo cual el conocimiento de lo
que pueda ocurrir está implícito en el manejo adecuado de la/s variable/s que
pueden llevarnos a ese daño o perjuicio.
Hoy, nadie duda que las adicciones ocupen un campo
cada vez más extenso dentro de lo que podemos designar patologías emocionales, psicológicas y psiquiátricas (como origen o
como síntoma), sin obviar las consecuencias físicas y sociales que como secuela
de las mismas generan.
Por tanto, el abordaje preventivo, es la mejor manera de encauzar el tema, ganando
todos: quienes puedan tener cierta vulnerabilidad a padecerla, los posibles
cuidadores de estos, las instituciones dedicadas a la salud y los gobiernos.

Dos son los factores o variables
fundamentales que hemos de atender a
hora de enfocar la prevención en las adicciones: La Edad y la Familia.
La Edad:
Un inicio temprano en el uso de sustancias y actividades
adictivas tiene más riesgo de terminar en un problema de drogodependencia o de comportamiento, que cuando el
comienzo se produce en la edad adulta.
Dentro de la edad, la
adolescencia es una etapa clave a observar.
El adolescente se encuentra en un delicado momento evolutivo debido
a los factores que en esta etapa de
la vida concurren: a los cambios físicos y hormonales que
condicionan el comportamiento, se le añade la inmadurez cerebral (el desarrollo del cerebro humano se completa
alrededor de los veinte o veintiun años, siendo el área del autocontrol una de las últimas en consolidarse).

La influencia de los iguales es
muy alta y su aprobación imprescindible. Evitar
el rechazo de un grupo determinado puede llevar a realizar conductas de riesgo,
como violencia, consumo de sustancias, prácticas sexuales no deseadas, etc.
La Familia. Los familiares del
adicto experimentan un gran sufrimiento que se manifiesta, en la mayoría de las
ocasiones, como una paradoja: por una parte, suelen ser
los primeros en dar la voz de alarma y pedir
ayuda a los profesionales, los más entregados y dispuestos a ayudar como
sea. Por otra, se identifican tanto con el problema que han aprendido a vivir
centrados en él y cuando aparece algún
cambio les cuesta adaptarse a la nueva situación, apareciendo el malestar y preocupación que antes no
expresaban en forma de ansiedad,
depresión o conflicto (rechazo a la pareja adicta, desacuerdo entre los
padres del adicto, etc.)
Muchos de los programas e intervenciones preventivas en las
adicciones, que se realizan en centros
educativos o con familias centran sus esfuerzos en retrasar la edad de inicio
en el uso de sustancias o comportamientos de riesgo, pero también es necesario
dar información acerca de las consecuencias que ellas pueden crear, y de los
síntomas que pueden hacernos sospechar que se está cayendo en una adicción.
Es importante también que el
contenido de estos programas expresen como pueden influir determinadas
relaciones familiares como en el caso de la sobreprotección (evitando que los
hijos reciban las consecuencias negativas de sus acciones) o de la minimización
de riesgos, sin culpabilizar, simplemente informando.
Aunque no existe una forma
universal que pueda indicar a los padres la mejor manera de tratar y educar a
sus hijos, si se pueden diferenciar actitudes, que en general, facilitan más
que otras el desarrollo y la madurez de los hijos, principalmente factores de protección frente al riesgo
de las adicciones.
Estos programas de prevención
deben estar diseñados por profesionales de distintas áreas de la salud como psicólogos, mediadores, etc., con formación y experiencia
adecuada, lo que es válido e imprescindible cuando de lo que se trata son
programas de Rehabilitación en Adicciones, en cuyo caso es de suma importancia:
-Cómo son las relaciones dentro de la familia.
-Cómo son las relaciones dentro de la familia.
- Cuales son sus estilos educativos,
y
- Cómo ha podido afectar todo ello en el desarrollo del problema.
Con frecuencia, el abordar o no
esta temática puede ser clave para lograr el éxito en la completa
rehabilitación, sobre todo si vemos a la familia como parte de la solución,
más que como parte del problema.
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